Durante décadas, el decorador fue un personaje intuitivo, casi espontáneo, armado con “buen gusto” y un ojo rápido para mezclar. Hoy, el interiorismo es técnica, historia, análisis espacial, emoción. Casa Josephine encarna esa transformación. Formados en Historia del Arte, diseño de moda y fotografía, Iñigo Aragón y Pablo López representan una generación de interioristas que han profesionalizado el oficio, que piensan en atmósferas más que en objetos y que, además, se niegan a encasillarse: “No tenemos ni estilo ni guion”, dicen. Recorremos con ellos el viaje desde aquella primera casa riojana —su laboratorio emocional y creativo— hasta la tienda en el Rastro madrileño. Una conversación llena de humor, complicidad y confesiones inesperadas (sí, también sobre su propia casa), que revela el verdadero poder de habitar.

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